sábado, 20 de febrero de 2021

¡Me encanta la cuaresma!

¡Me encanta la cuaresma! 

No una Cuaresma de represión, privación, penitencia, normas y tristeza.

Sino una Cuaresma como un tiempo de entrenamiento para la Resurrección y la Vida.

¿Cómo entrenamos para la VIDA? (con mayúsculas)

Dificilmente un atleta entrena yendo de borracheras, consumiendo drogas, fumando, comiendo en  exceso y sin hacer ejercicio. Por lo general dedica su tiempo a cuidar su cuerpo y a practicar aquello en lo que va a competir.

¿Cómo nos cuidamos para la Vida?

De sobra nos repiten por todas partes la cantinela del gel y la mascarilla... las medidas de "seguridad" y las estadísticas varias. Estamos tan saturados de malas noticias que ya empiezan a resbalar y perder sentido por demasiado cotidianas.

¿Como pretendemos entrenar con sufrimiento y amargura el ser portavoces de la alegría y la vida?.


Para encontrarnos con la VIDA hemos de escucharla, verla, sentirla...

  • Una manera es hacer silencio, ayunando del ruido exterior e interior que nos impide escuchar la vida. Dios habla a través de los acontecimientos cotidianos, si dedicamos un tiempo a escuchar y vivir de forma consciente. Evitemos tanta hojarasca de palabras huecas con que llenamos el silencio, al que vemos como un enemigo. Escuchémonos por dentro:  ¿Que temo? ¿Qué me duele? ¿Que es lo que no quiero ver ni oír?

  • La Naturaleza, ahora en primavera, también nos habla del renacer, a pesar del cambio climático, los desatres naturales y las epidemias. Sólo hay que ver los brotes verdes detrás de tanta imagen gris y negra. "Aquello en lo que nos enfocamos, a lo que prestamos atención, se expande". ¿Qué es lo que enfoco con mi mirada? ¿En qué me fijo en estos días? ¿Qué noticias leo, veo? ¿Me cuestiono o selecciono algo?
  •  Después de tanto tiempo con distancia social, "sentir" el contacto de otros seres humanos a menudo se ha visto reducido a una experiencia visual o auditiva a través de pantallas o teléfonos. ¿Como me siento? ¿Cómo siento al otro/a? ¿Cuáles son mis gestos de cercanía para tocar o dejarme tocar, si no el cuerpo, al menos, el alma?


Y cuando miro de frente y con sinceridad ¿Que me impide a mí ser portadora de vida y esperanza en este mundo que nos toca vivir?

En ocasiones nos apegamos demasiado a los dolores de cada día, a los miedos, traumas y batallas de nuestro ego. Nos sirven de muleta en la que apoyarnos para justificar nuestro paso cansino por la vida. Olvidamos que es necesario superar ese apego y abandonarlos para trascender. Es necesario atreverse a caminar y vivir sin excusas. Para resucitar, Cristo tuvo que morir primero. Si no somos capaces de ver los brotes verdes de la vida detrás de cada tronco caído, en cada suelo cubierto de hojas muertas... de ver las oportunidades en cada acontecimiento de nuestra vida diaria...  no vamos a ser capaces de descubrir la resurrección y la vida, aunque la tengamos delante.

Todos los acontecimientos de nuestra vida y de nuestra historia personal se interpretan desde el filtro de nuestras creencias. Somos dueños de decidir desde dónde y cómo queremos releer las experiencias vitales. ¿Desde el victimismo que nos inmoviliza o desde el agradecimiento que nos levanta y motiva? Tu decides.





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